domingo, 20 de septiembre de 2015

Determina el trabajo de tus sueños.

Descubrir el trabajo de tus sueños implica hacerse estas preguntas básicas con el tiempo:

  1. ¿Qué realmente amas hacer?
  2. ¿Qué haces bien?
  3. ¿Qué debe hacer para aprovechar su verdadera vocación?
  4. ¿Qué necesita el mundo?



Es tan importante que la gente tome tiempo para reflexionar sobre su potencial. La mayoría de la gente no lo hace. Son tragados en las definiciones de otras personas y otros agendas. Y esas agendas, esas agendas externas, tienden a manejar su comportamiento. Esto es lo que llamo el "robo de identidad". Es como un ADN cultural, o una manta que se encuentra en la parte superior de su verdadero ADN — su verdadera capacidad y naturaleza-, y roba su identidad.

Consigues estar inmerso en él, tan absorbido por él, tan habituado a él, tan socialmente reforzado por él que pierdes el sentido de quién eres y lo que podrías hacer en la vida. Este robo de identidad es muy real y está sucediendo todo el tiempo, simplemente porque las personas no son lo suficientemente reflexivas para distinguir la diferencia entre su verdadero ADN y el ADN social. Como una persona dijo,

"Cuando el hombre encontró el espejo, comenzó a perder su alma".

El punto es, él está más preocupado con su imagen que "consigo mismo". Para tener éxito, enfócate en aprovechar tu talento y alimentar tu pasión, que te levantas de una gran necesidad en el mundo y te sientes atraído por la conciencia para satisfacerla. Es cómo tú descubrirás el trabajo de tus sueños. Esto no podría dar la definición de sociedad del éxito (dinero, status, cosas materiales), pero se sentirá como un éxito más, que completa quién eres.

"Donde se cruzan los talentos y las necesidades del mundo, en esto radica su vocación".
Aristóteles

Cordialmente.


jueves, 17 de septiembre de 2015

Necesidad de recurrir al consejo.(6 septiembre 2014)


 

Nos puede haber sucedido, y quizás más de una vez, que estábamos seguros de tener razón para luego descubrir que, por el contrario, nos encontrábamos profundamente equivocados. No siempre es fácil reconocerlo, más aun en un mundo en el cual está de moda el modelo de persona absolutamente independiente, que es capaz de alcanzar todas sus metas “sin ayuda de nadie”. Estas personas, que en realidad existen solamente en las películas, no necesitan recurrir a nadie porque no tienen ninguna “debilidad”.
La experiencia en el propio recorrido de vida cristiana nos enseña que uno de los peligros más grandes es el subjetivismo, es decir, creer que nuestra “verdad” es la verdad. ¡Qué difícil se torna buscar la objetividad cuando nos encerramos en nosotros mismos, construyendo a nuestro alrededor un muro que nos aleja de los demás y también de Dios! Si no tenemos parámetros objetivos claros con los cuales contrastar nuestras opiniones o intuiciones, corremos el serio riesgo de quedarnos en la ignorancia, caer en la terquedad, y actuar con imprudencia. Porque «el necio tiene por recto su camino», y «el que vive apartado, busca su capricho, se enfada por cualquier consejo».

Seremos más felices y viviremos en mayor libertad si es que aprendemos a escuchar a los demás. Nos enseña la Escritura que «el oído de los sabios busca conocer», y para ello, «el sabio escucha los consejos». Dice el proverbio: «con los que admiten consejos está la sabiduría», puesto que «el consejo en el corazón del hombre es agua profunda, el hombre inteligente sabrá sacarla». ¡Cuán necesario es buscar un buen consejo y aprender a escuchar a quienes nos quieren ayudar! Así, a través de las mediaciones humanas, Dios muchas veces sale a nuestro encuentro para auxiliarnos en nuestra debilidad e iluminarnos el camino.

Cordialmente.